Leyenda del Codex Gigas



Con los años, se le ha dado al manuscrito muchísimos nombres que aluden a su tamaño y al retrato del Diablo. Aparte de “Biblia del Diablo” y “Codex Gigas”, también se lo ha llamado “Codex Giganteus” (libro gigante), “Gigas librorum” (El libro gigante), “Fans Bibel” (la biblia del diablo), Hin Hales Bibel, y Svartboken (el libro negro, libro oscuro).

Ha despertado la imaginación de la gente, y ha dado origen a una gran variedad de leyendas. Ya en tiempos medievales aparece la leyenda de un monje de Podlazice, amurallado vivo por sus pecados. Amurallado en el sentido de encerrado tras murallas, se entiende.


Este monje intentó expiar sus culpas escribiendo el libro más gigantesco del mundo en una sola noche. Al darse cuenta de que semejante tarea estaba más allá de sus posibilidades, invocó la ayuda del diablo. El diablo lo ayudó, puso su retrato pintado en el libro, y al monje le exigió su alma como pago. El monje fue rescato, pero se había vuelto loco (“había perdido la paz de su alma”), hasta que en un momento se dirigió hacia la Virgen, rogándole su salvación. La Virgen accedió a ayudarlo, pero el penitente murió en el mismísimo momento de ser absuelto de su maldito pacto con el Diablo.

Esta leyenda es una variente de un cuento medieval muy popular, de Theophilus el Penitente, que tiene los mismos ingredientes que la leyenda de la Biblia del Diablo: un pacto con el Diablo con el fin de alcanzar lo imposible, después los remordimientos, la compasión de la Virgen y la rápida muerte del penitente. Los mismos elementos aparecen, otra vez, en la historia de Fausto, conocida ya desde el siglo XVI.

Expiación de los pecados

La leyenda también manifiesta la creencia medieval de que era posible expiar los pecados copiando textos. En su “Historia eclesiástica”, Orderic Vitalis (1075-1142) relata una historia contada por el Abad Thierry acerca de un monje proclive a pecar bastante, que era un escriba muy hábil y devoto. Después de su muerte, la obra que estaba copiando fue utilizada como evidencia para salvarlo de la condenación eterna. Cuando cada una de las letras en el texto fue sopesada contra sus pecados, resultó que había escrito una letra de más (comparando cantidad de letras- cantidad de pecados). A su alma se le permitió reunirse con su cuerpo, y fue perdonado por sus pecaminosos actos.

Strindberg y Klemming

En el libro “Tokroliga anekdoter”, publicado en 1858, encontramos el siguiente relato. Un portero de la biblioteca quedó encerrado dentro de la sala de lectura (se había quedado dormido). Antes de despertarse, tuvo una visión: los libros se movían a su entera voluntad, salían de los estantes y giraban en una danza vertiginosa. Un gran reloj, que normalmente no funcionaba, comenzaba a marcar las horas. Los libros que estaban cerca de la Biblia del Diablo comenzaron a caer en todas partes, justo cuando el mismísimo Libro Gigante se unió a la danza. A la mañana siguiente, el portero, aterroriado y fuera de sus cabales, fue encontrado debajo de la mesa: “desde aquel momento y para siempre quedó completamente loco y tuvo que ser llevado al manicomio”.

Eugéne Fahlstedt (1851-1935), entrevistado en 1911, describe cómo una vez, en la década de 1870, su amigo August Strindberg (1849-1912) lleva a sus amigos a la biblioteca para leer la Biblia del Diablo. Era muy tarde, de noche, pero Strindberg (que trabajaba en la biblioteca) tenía una llave. Sacó la Biblia y “... encendió la luz con unas cerillas, y allí, a la luz de llamaradas sulfurosas, así... así.. así leyeron la Biblia del Diablo”.

Fuente: Biblioteca Nacional de Suecia