El manuscrito A148 siempre ha atraído la atención debido a su enorme tamaño y la imagen, en una de sus páginas, del diablo entronizado en un estado solitario. A lo largo de los años, ha pasado por dos amargos sobrenombres: la Biblia del Diablo y, en latín, Codex Gigas (“el libro gigante”).

En tiempos medievales, el manuscrito figuraba entre las maravillas del mundo, y se le atribuía un gran valor material. Una nota de fines del siglo XIII en el interior de la cubierta frontal señala que los benedictinos de Podlazice, encontrándose en apuros financieros, empeñaron el manuscrito a un monasterio cisterciense en Sedlec. Luego fue adquirido nuevamente, para los benedictinos, a finales del siglo XIII por el rico monasterio de Brevnov, ya que el arzobispo de Praga consideraba justo y apropiado para el tesoro que fuera conservado por su orden.
El Codex Gigas contiene numerosas inscripciones de “estuve aquí” de los siglos XVI y XVII, lo que demuestra su encanto permanente. En una fecha tan reciente como el siglo XIX, dos autores checos, Josef Pecirka y Beda Dudik, pioneros en el estudio del manuscrito, inscribieron sus nombres en él.
El manuscrito también ha sido víctima de la codicia de dos famosos coleccionistas de arte. En 1594, Rodolfo II lo transfirió de su castillo de Praga. La pintura del diablo exaltaba sus ansias por lo oculto. Medio siglo más tarde, la reina Cristina de Suecia agregó el manuscrito a su espléndida biblioteca en el Castillo de Estocolmo.
El Codex Gigas ha conservado su poder de atracción justamente hasta el día de hoy. Aquí hay una imagen del volumen abierto, en una colección americana de imágenes estereoscópicas que datan de 1906 y que muestra los sitios de interés de Estocolmo. Y en una serie de tarjetas postales de Estocolmo publicada en 1929, el manuscrito se utiliza para representar las curiosidades de la Biblioteca Real.

La estructura del Codex Gigas
La mitad del manuscrito consiste en el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero están separados por traducciones en latín de las dos obras de Flavio Josefo sobre la historia de los judíos (“Antiquitates Iudicae” y “De bello Iudaico”), la enciclopeida Etimologiae de Isidoro de Sevilla, en veinte libros, y ocho escritos médicos.
Los primeros cinco de estos últimos son una colección de textos médicos, principalmente de origen griego o bizantino, que, con el título de “Ars medicinae” (el arte de la medicina) eran de lectura obligatoria para los estudiantes de medicina en Salerno, al sur de Italia, desde principios del siglo XII en adelante. “Ars medicinae”, más tarde conocido como “Articella”, finalmente se convirtió, con una serie de agregados, en un manual de medicina estándar en toda la Europa medieval. “Ars medicinae” aborda temas médicos en términos teóricos y prácticos. Los últimos tres tratados médicos están dedicados a la medicina práctica, y fueron escritos por Constantino el Africano. Era un monje benedictino de Monte Casino en la segunda mitad del siglo XI, y desempeñó un importantísimo papel como traductor latino e introductor europeo de una cantidad de escritos médicos árabes.
Las obras médicas están seguidas por el Nuevo Testamento. A su vez, éste es seguido por la apertura que constituye el núcleo y la quintaescencia de todo el manuscrito, a pesar de que están casi al final del mismo: dos imágenes a página completa, una de la Jerusalen Celestial y, opuesta, una del Diablo. Las páginas que preceden a las pinturas contienen una confesión de pecados, en una letra del doble de tamaño que la del resto del manuscrito. Dos de las páginas siguientes contienen varios conjuros escritos en la misma letra (una letra grande).
A continuación viene la Crónica de Bohemia, el último texto largo del Codex Gigas, escrito por Cosmas de Praga. El Codex Gigas es uno de los más importantes de los quince manuscritos conocidos que contienen el texto de esta crónica, y de hecho, la segunda edición impresa de esta crónica, publicada en 1602, se basaba en él. La nota que registra la hipotca del manuscrito también establece que la Regla de San Benito en algun momento fue inscripto en él, después de la crónica de Cosmas. Esto es muy probable, porque los restos de tres páginas arrancadas todavía son visibles. Pero la Regla de San Benito es un texto relativamente corto, lo que sugiere que las páginas faltantes pueden haber incluído además otro texto.
Las últimas catorce páginas son un Calendario, precedido por una lista de nombres. Probablemente sean los nombres de miembros o benefactores de la comunidad monástica loca. El Calendario tiene rasgos bohemios distintivos. Se mencionan varios santos que se conmemoraban particularmente en Bohemia, y también están los nombres de personas fallecidas que, posiblemente, estaban conectadas con la historia del monasterio de Podlazice, o de Bohemia en general. Este Calendario es un documento muy importante para la historia de la lengua checa. Las dos últimas páginas contienen materiales relacionados con el Calendario.
Traducciones del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento
Los Testamentos Antiguo y Nuevo están dados en la traducción conocida como la Vulgata , cuya historia se retrotrae hasta el trabajo de traducción hecho por San Jerónimo, uno de los Padres de la Iglesia. Pero los Hechos de los Apóstoles y el Libro de la Revelación , aquí, provienen de una traducción anterior, llamada “Vetus Latina”. Estas traducciones, hechas durante la segunda mitad del siglo IV, representan a la tradición textual europea (opuesta a la norafricana), y son una evidencia muy importante de las primeras versiones de la Biblia Latina.
El Libro de los Salmos es “iuxta Hebraeos”, la última de las tres versiones del libro preparadas por San Jerónimo en los últimos años del siglo IV, esta vez directamente del hebreo. Los diferentes alfabetos de las tres lenguas bíblicas (Hebreo, Griego y Latín) están reproducidos en la primera hoja del Codex Gigas, lo que nos recuerda el marco linguístico dentro del cual trabajaba San Jerónimo.
La secuencia de los libros
Los textos de los Hechos y del Apocalipsis
El tamaño del Codez Gigas, como manuscrito bíblico, se enlaza con una tradición de Biblias gigantescas, manuscritos muy grandes, a menudo en un volumen único, que se produjeron en el Continente entre la segunda mitad del siglo XI y finales del siglo XII. Algunos de estos libros podía superar los 70 cm de alto. Su tamaño estaba destinado a manifestar la importancia que se adjudicaba a la Biblia por los papas reformistas del siglo XI, que estaban determinados a fortalecer la libertad de la Iglesia y su independencia del poder secular. Se le adjudicaba un rol fundamental a la Biblia.
Las Biblias en un sólo volúmen ya se conocía de tiempos anteriores, pero no fue sino hasta el siglo XI que su tamaño adquirió un particular valor simbólico. Los manuscritos de esta clase comenzaron a producirse en Roma, extendiéndose finalmente al Norte de Europa. A menudo estas Biblias eran presentadas en iglesias y monasterios por poderosos mecenas como medio para indicar su status, o bien eran regalos de obispos que buscaban reafirmar su poder y enfatizar la importancia de la fe en tiempos de tribulación. El rol exacto de estas enormes Biblias en el contexto religioso práctico no queda claro. Su tamaño era adecuado para colocarlos en los atriles en el refectorio monacal para lecturas
Las ideas subyacentes en el Codex Gigas
¿Cuál era la función del Codex Gigas? ¿Por qué esa particular combinación de textos? ¿Cómo se relacionan entre sí los diferentes textos? ¿Cuál es el rol de las pinturas de la Jerusalem Celestial y el Diablo?
Las obras históricas ocupan una parte sorprendentemente grande del manuscrito. El volumen completo tiene 310 hojas. Dejando de lado el Antiguo y el Nuevo Testamento, que son narraciones históricas por excelencia, hay tres largas obras históricas en sentido verdadero, y llevan 100 de las restantes 150 hojas. Comprenden dos obras de Flavio Josefo y una de Cosmas de Praga, más dos obras de un cierto carácter histórico, a saber, la lista de los nombres mencionada antes y el Calendario con su necrología.
Otras 40 hojas corresponden a las Etimologías, de Isidoro de Sevilla, cuyo objetivo principal era, mediante la investigación de la derivación de las palabras, responder la cuestión del origen y el génesis de todo el universo en todas sus formas, incluída toda actividad humana. El título original de la obra era “Origines” (orígenes). Desde este punto de partida, las Etimologías nos dan una amplia descripción de la historia humana en general y la historia de la iglesia en particular. La obra fue compilada en una época de profundos cambios, a comienzos del siglo XVII, cuando la Iglesia Católica en España había derrotado al arrianismo, la versión del cristianismo abrazada por los visigodos. Fue un periodo decisivo durante el cual se consideró la necesidad de retrospectiva y resumen. La última de todas sus variantes se hizo evidente.
La disposición como una narrativa en sí misma
El carácter del Codex Gigas como una obra historiográfica está acentuado por la disposición de los textos. La narración del Antiguo Testamento de la historia de los judíos se complementa con las historias de Flavio Josefo, del siglo primero de la era cristiana. Un breve pasaje de “Antiquitates Iudaicae” (en realidad, una interpolación tardía) con respecto a la Pasión de Nuestro Señor señala el comienzo de la narración del pueblo de la Nueva Alianza, es decir, los cristianos.
El siguiente libro, “Etimologías”, tiene que ver con la historia de los cristianos. Pero Isidoro tenía una intención mucho mayor: un resumen de todo el conocimiento de aquel momento, desde una perspectiva cristiana. Su obra se presenta como una introducción a la historia de la nueva era del Nuevo Testamento, de la era de la Iglesia y el cumplimiento de la promesa que había sido hecha con la aparición de Cristo sobre la Tierra. Este era un punto focal en la historia del mundo, impartiendo un nuevo sentido a todo lo que se había hecho antes. El Antiguo y el Nuevo Testamento se referían a dos órdenes, dos pactos, dos pueblos. El primero solamente pretendía preparar el camino para el segundo. Al mismo tiempo, la aparición de Cristo en la Tierra, la intervención de Dios en los destinos humanos a través de su Hijo, no es otra cosa que la anunciación de final que se acerca, el Juicio Final, cuando la lucha entre el bien y el mal se decidirá, cuando el anhelo de la salvación, objetivo último de todos los fieles, se podrá cumplir. Y esto se refleja de forma muy expresiva en las dos famosas pinturas que, en juxtaposición mutua, lindan con el Nuevo Testamento. A la izquierda, Jerusalem, y a la derecha, el Diablo –el Cielo y el Infierno, Civitas Dei (la ciudad de Dios) y Civitas Diaboli (la ciudad del diablo).
La disposición histórica del manuscrito adquiere una dimensión moral-teológica a través de su perspectiva sobre las cosas últimas. San Agustín, uno de los Padres de la Iglesia, representa su drama histórico de la raza humana en su Ciudad de Dios. La Ciudad de Dios, morada de la paz, es el objetivo último y el bien supremo del hombre. La confesión de los pecados que precede a la pintura de Civitas Dei es la condición necesaria para la admisión en el Reino de Dios. Los exorcismos que siguen a la pintura del Príncipe de la Oscuridad ofrecen la protección necesaria contra el daño que la sola visión de Lucifer es capaz de infligir.
El Nuevo Testamento termina la exposición del Codex Gigas de la historia del universo y de toda la humanidad, desde la Creación hasta la fundación de la Iglesia Cristiana. Esta historia está representada sobre el fondo de la prometida salvación final.
A continuación, la historia de un pueblo, los Bohemios. La relación de la historia de Bohemia, hecha por Cosmas, es una historia sobre el paso del tiempo y los cambios a los que está sujeto el hombre, con su fragilidad física. Nada es permanente. Solamente cuando la historia del mundo es considerada en relación con la historia sagrada, es cuando lo mundano adquiere significación. La breve introducción a la crónica, que describe la historia primitiva de Bohemia, su periodo mítico, está seguida por el comienzo mismo de la obra: la historia de la cristianización del país. El pueblo de Bohemia entró a formar parte de la unidad mayor representada por la Iglesia, y en este sentido su historia está rodeada por la historia universal. Todos los eventos que el autor describe están destinados y son considerados como meras herramientas de Dios para la consumación de Su propósito.
La historia primigenia de Bohemia es también la historia de la Orden Benedictina.
El primer libro de la crónica describe cómo la princesa Mlada, hija del duque Boleslav I (926/35-967/72), viajó a Roma para estudiar las reglas monásticas y finalmente fue entregada a la Regla de San Benito y al personal del abad por el Papa, lo que le permitió (a ella) fundar la primera comunidad monástica en Bohemia. Posiblemente la Regla de San Benito es el texto que ha sido removido del Codex Gigas, después de la Crónica de Cosmas de Praga. Tal vez era como un contrapeso a la historia secular de la crónica. Al mismo tiempo, dio lugar a una narrativa de “hic et nunc”, aquí y ahora, es decir, el monasterio benedictino de Podlazice.
En el manuscrito, a continuación de la Regla viene una lista de nombres de varios eclesiásticos y laicos fallecidos. Esta parte está parcialmente destruida e ilegible, pero probablemente comenzaba con una breve oración por las almas de los difuntos. Según Beda Dudik, quien ha descrito exhaustivamente al manuscrito, esta podría ser una lista de personas a quienes el monasterio les garantizaba indulgencias.
El Calendario que le sigue, refleja, con los nombres de sus santos, la historia de la Iglesia Católica en general y de la iglesia de Bohemia en particular. También incluye varios obituarios, incluyendo los nombres de miembros fallecidos de una gran comunidad monástica, así como también los nombres de los benefactores del monasterio y varias personas de importancia histórica. Todos ellos eran recordados por el monasterio a su muerte. Algunas de las personas conocidas históricamente ya habían muerto antes de que se fundara al monasterio de Podlazice, alrededor del año 1160. además, casi todos ellos habían sido registrados por el mismo escriba (que también es el escriba del manuscrito). Todo esto nos da la impresión de ser una transcripción hecha de una sola vez y por la misma persona. Estas entradas necrológicas en el Codex Gigas difieren notablemente de otras del mismo tipo, que por lo general son escritas por diferentes escribas a lo largo de una sucesión de años.
¿Se usó alguna vez el Codex Gigas?
La utilidad práctica del manuscrito ha sido objeto de una gran discusión, y se ha señalado que parece dificil de usar, debido a su enorme tamaño y su letra, que en comparación es bastante pequeña. Esto es así, pero todos los textos dentro del manuscrito eran de gran importancia para la vida monástica. La Biblia y la Regla de San Benito tenían que leerse diariamente, y los nombres de los miembros y benefactores del monasterio fallecidos tenían que mencionarse en las fechas de sus muertes. Las obras de Josefo e Isidoro eran distribuidas ampliamente y se leían mucho en la Edad Media, y muy comunmente estaban incluidas en bibliotecas benedictinas. La Crónica de Cosmas, escrita probablemente entre 1110-1125, era la obra más importante de su época sobre la historia de Bohemia, y claramente estaba conectada con el monasterio benedictino de Brevnov, el más grande del país, porque había sido escrita en parte por iniciativa del abad del monasterio, Clemente, a quien está dedicado el segundo libro de la crónica.
Además, hay una serie de pequeños rastros que indican que el manuscrito habría realmente utilizado. Hay una palabra en latín, una nota, que aparece en los márgenes en una serie de puntos, escrita en letras diferentes, cerca de los pasajes de particular interés (sin embargo, algunas Notas podrían haber sido transcritas del ejemplar). Varias oraciones del siglo XIII han sido agregadas en los márgenes, y en la parte inferior de cada página del Calendario encontramos las palabras iniciales de varios introitos para la misa, con notación musical. Su uso no está claro. Posiblemente, proporcionaba una orientación durante los servicios dominicales. A finales del periodo medieval, el manuscrito recibió marcas en las hojas de pergamino, lo que muestra claramente que estaba destinado para su uso.
Los ocho tratados médicos que vienen después de Isidoro también habrían tenido un uso práctico. Probablemente eran una ampliación del cuarto libro de las Etimologías, que trata sobre medicina, un campo en el que los benedictinos tenían un interés muy especial. La Regla benedictina hacía del cuidado de los enfermos una preocupación monástica fundamental –ante omnia et super omnia. El abad servía como padre, como educador, pastor y médico. Además de una enfermería y un jardín de hierbas medicinales, todo monasterio tenía su biblioteca y su “scriptorium”. El monasterio de Monte Cassino, al sur de Italia, era famoso en el siglo IX por su escuela de medicina. Y otros monasterios benedictinos, como el de St. Gallen, Tours, y otras varias comunidades en el sur de Alemania, eran conocidos por sus actividades médicas y sus colecciones de libros sobre la materia. Sabemos que el benedictino Thiadagus de Corvey se desempeñaba como médico en la corte del duque Boleslav en Praga durante el siglo XI.
También es posible que haya una conexión entre los textos médicos del Codex Gigas y la imagen del diablo, que, según Carl Nordenfalk, podría haber sido modelado a partir de una lámina de anatomía. Los textos médicos son un recordatorio de la fragilidad del hombre, un “memento mori” en un libro con una profunda carga simbólica.
El Codex Gigas asombra por su tamaño, su decoración, la profusión de sus contenidos, y su combinación sofisticada de diferentes textos y pinturas para darle potencia y profundidad escatológica a la presentación. Esto nos recuerda el Libro de la Vida, mencionado en el Apocalipsis (Rev.5:1,21:27).
Con sus diversas características anticuadas, internas y externas, el manuscrito es único en su época. Sus elementos bohemios y benedictinos son claros y están manifestados de forma fluida. Estas características están subrayadas aún más por una addenda subsiguiente, que comprende un alfabeto glagolítico y uno eslavo eclesiástico, pegados en la hoja fija de la guarda de la cubierta frontal, además de los tres alfabetos originales: hebreo, griego y latino. Esta adición fue escrita durante la segunda mitad del siglo XIV por el abad Divisius del monasterio de Brevnov, y es uno de los registros más antiguos de estos dos alfabetos eslavos.
Pero ¿el Codex Gigas fue realmente escrito en un pequeño monasterio en Podlazice, un monasterio que no es conocido por ningún otro manuscrito y que apenas es mencionado en los documentos que sobreviven? Realmente parece que era necesaria la asistencia del diablo, como lo cuenta la leyenda. La leyenda también refleja la creencia medieval de que el lento y paciente trabajo de escribir lo hacía al escriba merecedor de la expiación de sus pecados. Pero también era muy tentador invocar la ayuda del diablo cuando la tarea resultaba estar más allá de las posibilidades o incluso peligrosa.
El Codex Gigas es en muchos aspectos “sui generis”, sin contrapartida real entre ningún otro manuscrito medieval sobreviviente, lo cual no hace más que aumentar su fascinación y su importancia.
Fuente: Biblioteca Nacional de Suecia
véase el art. original en: http://kb.se/codex-gigas/eng/
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